Querida Anita:
El otro día te conté en el colectivo dos
historias que ahora te las escribo.
Estaban el viento y el sol y vieron a un
señor con sobretodo que iba caminando por la calle. El viento le dijo al sol:
“Fijate cómo le saco el sobretodo soplándolo”. Y el viento sopló, sopló, sopló
con mucha fuerza, pero sólo logró que el señor se abrazara a sí mismo con todas
sus fuerzas e impidió que le sacara el sobretodo.
Entonces el sol le dijo al viento: “Ahora
vas a ver cómo se lo saco yo.” Y el sol envió sus rayos de calor y el señor se
sacó el sobretodo. Había ganado el sol.
Este cuento nos enseña que hay ocasiones
en que es preferible ser suave para conseguir algo, que tratar de hacerlo por
la fuerza.
La segunda historia la protagonizaba un
burro. Hace muchos años, las mercaderías se llevaban por agua con barcos de un
puerto a otro, y existía el peligro de los piratas, que eran los ladrones del
mar. Por tierra, cuando no había trenes ni camiones ni aviones como ahora, las
mercaderías se llevaban de una ciudad a otra en caravanas, que eran grupos de carretas
llenas de cualquier cosa que quisieran vender tiradas por caballos, mulas,
burros y en algunos lugares camellos y elefantes. También cargaban a los
animales con sacos. El burro de nuestra historia estaba en una caravana y
llevaba dos sacos muy pesados de sal. En un momento pasaron por un puente sobre
un río. El burro se tropezó y cayó al agua y pensó que se iba a ahogar con el
peso que llevaba. Pero la sal se disolvió en el agua y el burro pudo salir del
agua y volver a la caravana. El resto del viaje lo hizo sin llevar nada de
carga.
Cuando iba de viaje de vuelta lo cargaron
con dos bolsas llenas de esponjas que eran bastante pesadas. El burro pensó que
iba a ser buena idea librarse de la carga como en la ida, así que cuando llegó
al puente se tiró al agua, esta vez a propósito. Pero ahora las esponjas
chuparon agua y se volvieron más pesadas, y el burro se ahogó.
Este cuento nos deja como enseñanza que
hay que pensar muy bien las cosas: una situación puede parecer casi igual, muy
parecida a otra, siempre hay que tener mucho cuidado en arriesgarse a hacer
algo de lo que no se está muy seguro de lo que pueda pasar.
La tercera historia –y esta la pensamos
juntos- fue la de “La cabra y las uvas”. Casi siempre la cuentan como la de “La
zorra y las uvas”, pero nos pareció mejor cambiar a cabra porque una zorra come
carne, y además es mucho más inteligente que una cabra que come plantas y es
más tonta. El cuento quedó así: resulta que una cabra estaba caminando y al
pasar debajo de una vid vio un racimo de uvas apetitoso como para comerlo en
ese momento. El racimo estaba muy alto. La cabra saltó una, dos, tres, diez
veces, hasta que se cansó y no pudo alcanzarlo. Entonces dijo: -No importa, no
estaban maduras…
La historia nos muestra que cuando
alguien fracasa es muy posible que disimule su enojo mintiendo y negando lo que
quería hacer, aunque cualquiera que lo estuviera mirando sabría la verdad.
De todos modos, esta historia me hace
acordar algo que me enseñó tu abuelo: “El NO lo tenés de entrada.” Esto quiere
decir que si no intentás algo es imposible que se haga realidad. Si querés algo
hay que tratar de conseguirlo, aunque sea muy difícil. Muchas veces es
preferible probar de hacer algo que quedarse quieto y no hacer nada. Cuando uno
trata, si no lo logra igual uno se queda tranquilo con su conciencia de haber
tratado de hacerlo. Es muy DIFÍCIL ganar el Quini6 o el Loto, pero si no se
juega es IMPOSIBLE ganar.
Hay una frase muy inteligente que dice: “Fracasar
no es morir, es volver a empezar”. Se aprende más cuando uno se equivoca y
tiene que aprender a hacer las cosas bien. Es muy bueno poder corregir lo que
salió mal. Y es más lindo cuando se hace algo con esfuerzo, algo que cuesta,
cuando se puede aprender a hacerlo bien, porque te mostrás que podés cuando
ponés tus ganas. Me acuerdo que te costó mucho lograr hacer ruido con los dedos
o hacer globos con el chicle. Y ahora estás muy contenta de haberlo conseguido.
Tal vez nuestra vida sea un fracaso porque
va a terminar con la muerte… Pero tenemos muchas cosas para hacer mientras
estemos vivos: por ejemplo, alegrar la vida de los demás.
Ojalá que te hayan gustado estas
historias de hoy.
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