
Anticuados
Vengan chicos,
hay una hermosa Luna
esta noche.
Disfrutemos.
Me acuerdo cuánto le gustaba
observarla al abuelo.
Me acuerdo cuánto le gustaba
observarla al abuelo.
Se sentaba conmigo
en la azotea
y la mirábamos.
Decía que la Luna
le despejaba la mente,
que le abría el alma,
que lo inspiraba.
Que era muy barata
porque es de todos,
pero tan cara
que nadie puede comprarla.
porque es de todos,
pero tan cara
que nadie puede comprarla.
Una vez se le ocurrió que
aunque sin aroma ni espinas
la Luna podría ser una flor silvestre:
no había que cuidarla
porque se regaba y podaba sola
y era un buen regalo sólo encontrarla.
Su luz suave y delicada
no encandilaba,
nos acariciaba,
nos acompañaba,
nos acercaba.
Quizás sea un juego anticuado,
pero casi todos
los juegos anticuados
que conozco son eternos.
El abuelo ya no está
pero la Luna sí,
y ella me ayuda
a seguir recordando
mis juegos anticuados pero eternos.
Pablo Mario Gambino
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